jueves, 15 de mayo de 2008

Entre viajes y empujones

En mis diarias traslaciones hacia o desde mis ámbitos laborales u otros ámbitos en medios de transporte urbano (tren y colectivo), observé con cierto desagrado actitudes de mis cotransportados que merecen una descripción y una seria crítica. El primero en hacer referencia es a un ejemplar que generalmente tiene aspecto de adolescente, aunque en definitiva somos muchos los que no tenemos aspecto y sin embargo adolecemos lo suficiente. Estos/as personas son las que portan mochilas en su espalda, algunas con un alto grado de sofisticación ( como las que me gustarían tener a mí en un viaje a través del Amazonas). Desconociendo cual es el objetivo de acarrear en una espalda tanto volumen y tanto bolsillo, mi preocupación es como hacerle entender al mochilero que su cuerpo ahora posee una profundidad distinta y que un giro sobre su eje corporal deberá contemplar dicho incremento. Es una situación que observé por primera vez en un viaje paranormal, como lo son algunos de mis viajes, en donde para trasladar unos objetos a través de unos acantilados y sinuosos caminos de cornisa de montaña en La Puna, contratamos unas mulas y burros, los que fueron cargados con los objetos hacia arriba de su lomo, es ésta una muy compleja estiba ya que sufre oscilaciones peligrosas. Por supuesto que mencioné mi apreciación por lo que fui desasnado por el vaqueano al replicarme que los burros no pueden contemplar un incremento en su volumen lateral, y cuando encaran un camino de cornisa estrecho, ellos calculan su paso en función de su memoria volumétrica (palabras mas palabras menos), y si ésta es ensanchada el burro pega contra la pared y cae por el acantilado ¡Claro! exclamé -¡Por eso se los denomina burros! Ja ja.
Volviendo al tema, estos personajes se colocan en pasillos estrechos, difíciles de sortear, provocan violentos giros y toda clase de posturas y movimientos como si no existiera entre su espalda y nuestro mentón ningún elemento contundente. Por lo tanto me urge comunicar a todos mis amigos y no tanto, que si deciden trasladar parte de sus pertenencias en mochilas por medio de un transporte público, tomen en cuentas mis críticas, ya que si no lo hacen cientos de lectores de mi Blog los acusarán de torpes mulas desvolumétricamente capacitadas.
El otro elemento de mi crítica son las/os ciudadanos que ya sea por practicidad por comodidad, por escasez o por estatus, se dejan puesto el delantal y/o ambo utilizado en el ambiente hospitalario(en otra oportunidad haré mención de la opinión que me merecen los empleados hospitalarios en su soberbia y maltrato hacia los pacientes y también haré mención al puterío que en éstos ámbitos se desarrolla), pero en esta oportunidad solo haré mención de un concepto tan simple como lógico. “La vestimenta debe cumplir en ciertos ámbitos laborales un destino muy claro y planificado”, supongo que el “ambo” cumple la función de demostrar pureza o pulcritud, o... Me supongo que va a tono con la asepsia que debería mostrar una unidad hospitalaria. Pues bien, en un tren una persona vestida con ambo hospitalario recoge del mismo todo los patógenos, e inversamente en el tren podemos vernos expuestos a contagiosos patógenos que dicha persona trae en su indumentaria, ¡por algo trabaja en un hospital!
Por lo mencionado propongo que intimemos a estas/os personajes que abandonen cierta comodidad, posible status u otra patología psíquica que los induce a transportar agentes patógenos de un lado a otro, sin dejar de contemplar en esta descripción a las idiotizadas maestras jardineras, vestidas como juglares medioevos, que también lucen con orgullo e irresponsabilidad su uniforme en cuanto ámbito de transporte se trasladen, y aunque sea a través de un cantito poder comunicarles que nuestras/os hijas/os van a colgarse de dicho juvenil estandarte, y que éste debería estar sin refregar por pedosos asientos de colectivos y tren.

2 comentarios:

criaturas ocultas dijo...

gracias amigo x la publicacion!!otra!!

Anónimo dijo...

Querido PEDRO , no sos el unico que tiene los placeres de viajar por este pais, pero si es verdad que te encontras muchos " personajes" en estos viajes.De esto hay que sacar cosas positivas ya que aca en LA PLATA viajamos muy ,muy, caro y muy ,muy mal y quejarce es un deporte donde nadie te da bola , o no te miran o no les interesa . Es mas cuando uno llama a esos 0800 te atiende una maquina y me da la sensacion que del otro lado hay 2 tipos que uno le dice al otro " otro pelotu..." mas que cree en estos numeros de quejas.